
Su marcha ha dado lugar a muchos comentarios sobre las causas: lo poco que le pagaban, o lo poco que gusta a sus jefes sus opiniones en el blog.
Pero parece que esas conclusiones son un ejemplo más del chiste de la tienda de campaña. Enrique Dans refleja en su blog echando la culpa al "desgaste de lo cotidiano" los que parecen verdaderos motivos:
No se va porque Microsoft le pierda, le dé poco aprecio o él no aguante más a Microsoft, sino por razones diferentes. La emoción de hacer algo nuevo, de construir cosas en un sitio donde la inercia corporativa es incomparablemente más baja, donde una acción tuya haciendo algo que sabes hacer y disfrutas haciendo puede tener un efecto real sobre la compañía, no sobre las percepciones que otros tienen de ellas.
A mi esto me parece más un "desgaste de lo rutinario" y un intento de evitar la burocracia de las grandes empresas.
En los tiempos que corren parece raro que alguien se vaya de un empleo seguro en una gran multinacional, pero ejemplos los hay.
Mucha suerte Robert. Espero ver pronto los frutos de tu nueva ocupación.
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